Una de las dudas que se nos viene a la cabeza a la hora de elegir un tipo de formación u otro es si debemos hacerlo presencial u online. Es nuestra situación tanto laboral como personal la que nos dirá qué modalidad seleccionar.
La formación presencial contiene ventajas como la socialización, donde diversificaremos nuestras relaciones para mantener contactos, que enriquecerán nuestro networking. Además, no existen fallos técnicos y, así, no se pierde el tiempo en el aprendizaje. La posesión de medios técnicos hace que el alumnado tenga más posibilidades de estudiar sin necesidad de tener equipamiento propio.
En cuanto a la formación online, facilita el acceso a la educación a todas las personas que no puedan acudir físicamente al aula. Entre sus ventajas, se encuentran la flexibilidad horaria y la amplia oferta de estudios. Se puede elegir la mejor opción para nuestro bolsillo y en función de nuestros conocimientos. La variedad de los formatos nos ayudará mantenernos continuamente actualizados.
Es cierto, que las posibilidades de abandono son más elevadas en la formación online que en la presencial, ya que la online es administrada por el propio alumnado y se suele centrar en otras actividades personales. Esto ocurre porque asistir a clase no es obligatorio.
Por tanto, para la elección de un método que se adecue a nuestra vida rutinaria, tenemos que analizar cada opción y observar qué puede aportarnos y cómo podemos planificarnos. Si estamos trabajando y apenas tenemos tiempo existencial de acudir a clases presenciales, nos decantaríamos por la modalidad online. Si, en cambio, tenemos tiempo físico de asistir a clase, la formación que debemos elegir es la presencial.
El aprendizaje, hoy día, se amolda a nuestra forma de vida y lo importante es que tenemos dos formas de acceder al conocimiento.